Minerales Esenciales: La Clave Oculta para una Alimentación Saludable y Equilibrada.
- David Sandoval León.
- 16 jul 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2024

La alimentación en nuestras jornadas laborales, juega un papel importante para el impacto de los resultados en la efectividad de las labores que en los diferentes sectores laborales despierta un gran interés, no solamente desde la protección a la salud de los trabajadores, sino que también, generan beneficios a los empleadores en la disminución de los impactos que generan las ausencias laborales por condiciones de salud afectadas, así como también los impactos a la economía, productividad y cumplimientos de la misión como organización.
Para iniciar con los procesos de evaluación y fortalecimiento de la alimentación, ya sea para el contexto laboral, personal o general, debemos tener en cuenta como es la constitución del ser humano en la recepción de los nutrientes y los diferentes minerales.
De tal forma que en la alimentación cotidiana, existen unos minerales, los cuales son considerados fundamentales para la funcionalidad del ser humano en toda sus capacidades.
Estos minerales son fundamentales para mantener la salud y el funcionamiento adecuado del cuerpo humano. Una dieta equilibrada y variada generalmente proporciona la cantidad necesaria de estos minerales para la mayoría de las personas. Sin embargo, algunas personas pueden necesitar suplementos bajo la supervisión de un profesional de la salud, especialmente si tienen deficiencias específicas o condiciones médicas que afecten la absorción de nutrientes.
Los minerales son esenciales para numerosas funciones biológicas en el cuerpo humano. A continuación, se enumeran los minerales básicos necesarios para la salud, junto con sus funciones principales:

Macrominerales
Calcio (Ca):
Funciones: Formación y mantenimiento de huesos y dientes, coagulación de la sangre, contracción muscular, y transmisión nerviosa.
Fuentes: Productos lácteos, verduras de hoja verde, almendras, y sardinas.
Fósforo (P):
Funciones: Formación de huesos y dientes, producción de ATP (energía celular), y parte de la estructura del ADN y ARN.
Fuentes: Carnes, productos lácteos, nueces, semillas, y legumbres.
Potasio (K):
Funciones: Regulación del equilibrio de líquidos, función nerviosa, y contracción muscular.
Fuentes: Plátanos, naranjas, papas, espinacas, y tomates.
Sodio (Na):
Funciones: Equilibrio de líquidos, función nerviosa, y contracción muscular.
Fuentes: Sal de mesa, alimentos procesados, y carnes.
Magnesio (Mg):
Funciones: Metabolismo energético, función muscular y nerviosa, y síntesis de proteínas.
Fuentes: Frutos secos, semillas, vegetales de hoja verde, y cereales integrales.
Cloro (Cl):
Funciones: Equilibrio de líquidos, formación de ácido clorhídrico en el estómago.
Fuentes: Sal de mesa, alimentos procesados.
Azufre (S):
Funciones: Parte de aminoácidos (como cisteína y metionina), y proteínas.
Fuentes: Carnes, pescados, huevos, legumbres.
Microminerales (Oligoelementos).
Hierro (Fe):
Funciones: Componente de la hemoglobina (transporte de oxígeno en la sangre), y mioglobina.
Fuentes: Carnes rojas, hígado, legumbres, espinacas.
Zinc (Zn):
Funciones: Función inmune, síntesis de proteínas, cicatrización de heridas, y ADN.
Fuentes: Carnes, mariscos, lácteos, nueces, y semillas.
Cobre (Cu):
Funciones: Producción de energía, formación de tejido conectivo, y función del sistema nervioso.
Fuentes: Mariscos, nueces, semillas, granos enteros.
Manganeso (Mn):
Funciones: Metabolismo de carbohidratos y lípidos, y función antioxidante.
Fuentes: Nueces, granos enteros, legumbres, y verduras de hoja verde.
Yodo (I):
Funciones: Producción de hormonas tiroideas.
Fuentes: Sal yodada, mariscos, algas marinas.
Selenio (Se):
Funciones: Protección antioxidante, función del sistema inmunológico.
Fuentes: Nueces de Brasil, mariscos, carnes.
Molibdeno (Mo):
Funciones: Cofactor en reacciones enzimáticas.
Fuentes: Legumbres, granos enteros, nueces.
Cromo (Cr):
Funciones: Metabolismo de carbohidratos y lípidos.
Fuentes: Brócoli, carnes, granos enteros.
La implementación de una alimentación saludable y apropiada es fundamental para el bienestar y el rendimiento en las jornadas laborales. Al optar por una dieta equilibrada, rica en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales, proteínas, y carbohidratos complejos, no solo se promueve la salud física, sino también el bienestar mental y emocional. Esta base nutricional adecuada mejora la energía, la concentración y la productividad, permitiendo a cada individuo enfrentar los desafíos diarios con mayor vigor y eficacia.
Adoptar hábitos alimenticios saludables en el entorno laboral también puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas, disminuir el ausentismo y fomentar un ambiente de trabajo más positivo y colaborativo.
En última instancia, invertir en una buena alimentación es invertir en uno mismo, garantizando un futuro más saludable y productivo tanto a nivel personal como profesional.
Gracias por tu interés.